sábado, 9 de mayo de 2009

Los amorosos - Jaime Sabines

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

11 comentarios:

Salva dijo...

El poema es maravilloso... ¡tenías abandonado este blog!

Dice la canción de Joaquín Carbonell:

''¿para qué queremos la dieta de los tallarines,
para qué queremos los versos de Jaime Sabines?''

Clarice Baricco dijo...

Creo que ya sabes que Sabines forma parte de mi almohada.
Todo èl.


Abrazos.

Desde mi realidad dijo...

!Muy bonito! Descubro a Sabines gracias a ti :)
Un beso

Bruni, Carla, ¡¡of course!! dijo...

Ayyyy, cómo lo sabes Sabines.

Más intrusiones de Bruni

beso...

Anónimo dijo...

Dios salve a Sabines.

Rodolfo Serrano dijo...

Qué grande Sabines!!!!!

Orlando Romano dijo...

Me encantó tu blog. Pasaré cuando vea luz en tu ventana. Saludos y visitame si quieres. Un placer.

cieloytierra dijo...

EL AMOR ES UNA BAHÍA GENEROSA QUE SE ILUMINA SEGÚN VENGA LA VIDA...



gracias,

me voy con esta belleza de palabras...

un saludo

MARINÍ

Anónimo dijo...

Lo había leído con anterioridad y es definitivamente bueno.
Bien por esta selección.
Saludos.

pennylanebcn dijo...

Sabines es junto con Benedetti, Joan Margarit, Benjamin Prado y Wislawa Szymborska lo que más busco últimamente.

Me dan tanta paz.

Un saludo!

RUBY dijo...

estoy segura ke
no existe poema mas claro para definir aun amoros, nadie mejor ke sabines .los amorosos son los ke se don una y otra vez los ke olvidan